MANAUS
Parece que la ciudad nos ha atrapado en su trampa, hasta que podamos salir en barco hacia la triple frontera, allá en Tabatinga. Llegamos a Manaos de noche, provenientes de un vuelo desde Belem, de madrugada y con una hora menos que en el resto de Brasil. Y cogimos un taxi para llegar a nuestro alojamiento en un barrio de la ciudad, que habíamos alquilado por un día en airbnb; pensando que al día siguiente podríamos coger un barco con dirección Tabatinga.
Sin embargo los planes no han salido como imaginamos, y hemos permanecido en la ciudad, con un sentimiento de ahogo, provocado por el sofocante calor que se padece, ya que el rio lejos de refrescar o traer corrientes de aire, hace las veces de mar.
La antigua rica ciudad de Manaos, es un símbolo en si mismo de decadencia, con escasos atractivos turísticos, salvo los relacionados con los tours y excursiones por el rio Amazonas. Y de lo que se aprovechan las empresas y tour operadores apostados junto al puerto, de manera que no es posible conocer de antemano las fechas y horarios de los barcos que operan en la zona, obligándote a veces a permanecer, o aceptar precios mayores de hoteles y transporte...
Alli visitamos algunos edificios simbólicos de la época de mayor esplendor, como el teatro, el palacete provincial y el palacio del rio Negro...cuando la ciudad era centro de operaciones del comercio del caucho, la "borracha", y que permitió el rápido enriquecimiento de unos pocos, esquilmando los recursos de la selva y sus habitantes. Convirtiendo a los indios en esclavos y atrayendo a algunas pobres en búsqueda de oportunidades en harapientos desprovisto de su libertad. - Gracias a Dani por hacerme llegar la Novela de Vazquez Figueroa a tiempo de poder disfrutarla.-
Aprovechamos también para bañarnos en el río, en una zona sin peligro, evitando el temido candiru, así como las rayas y demás peces, en la Playa de Ponta Negra. Una playa de arenas blancas bañado por el Amazonas, con la extraña sensación de sumergirse en cálidas aguas negras, parecidas al petróleo y sin embargo dulces y traslúcidas. Desde alli es un buen sitio para apreciar la inmesidad de este rio que tanto nos cautiva, y que parece un mar, por la inmensidad de sus aguas. De manera que desde nuestra orilla no llegábamos a apreciar la otra, salvo por la tremenda obra de ingeniería que han trazado con el Ponte de ponta Negra.
Durante varios dias visitamos el puerto, sorteando el control de entrada, para informarnos de los distintos barcos que salían para Tabatinga, y poder negociar el paisaje; pero ocurrió que el primero que partía no lo hacia hasta 5 dias después, y no permitían negociar el coste del pasaje. Esto nos desmoralizo un poco, puesto que no podíamos planear alternativa alguna y tan solo podíamos esperar hasta que partiera el primero.
Durante un par de días visitamos otros lugares, que nos recomendó nuestra anfitriona, como el Bosque de la Ciencia y la localidad de Iranduba, pero de escaso atractivo, y que aplacaron en muy poco el sofoco y castigo de un sol de justicia.
Por fin empezaba tan deseada aventura, la de surcar un rio tan grande y con tanto atractivo, repleto de leyendas. Y que sintetiza el choque que produjo en los primeros descubridores al llegar a estas tierras, donde no podían asimilar la magnitud de los parajes que contemplaban.