lunes, 24 de agosto de 2015

MANAUS

Parece que la ciudad nos ha atrapado en su trampa, hasta que podamos salir en barco hacia la triple frontera, allá en Tabatinga. Llegamos a Manaos de noche, provenientes de un vuelo desde Belem, de madrugada y con una hora menos que en el resto de Brasil. Y cogimos un taxi para llegar a nuestro alojamiento en un barrio de la ciudad, que habíamos alquilado por un día en airbnb; pensando que al día siguiente podríamos coger un barco con dirección Tabatinga.
Sin embargo los planes no han salido como imaginamos, y hemos permanecido en la ciudad, con un sentimiento de ahogo, provocado por el sofocante calor que se padece, ya que el rio lejos de refrescar o traer corrientes de aire, hace las veces de mar. 

La antigua rica ciudad de Manaos, es un símbolo en si mismo de decadencia, con escasos atractivos turísticos, salvo los relacionados con los tours y excursiones por el rio Amazonas. Y de lo que se aprovechan las empresas y tour operadores apostados junto al puerto, de manera que no es posible conocer de antemano las fechas y horarios de los barcos que operan en la zona, obligándote a veces a permanecer, o aceptar precios mayores de hoteles y transporte...

Alli visitamos algunos edificios simbólicos de la época de mayor esplendor,  como el teatro, el palacete provincial y el palacio del rio Negro...cuando la ciudad era centro de operaciones del comercio del caucho, la "borracha", y que permitió el rápido enriquecimiento de unos pocos, esquilmando los recursos de la selva y sus habitantes. Convirtiendo a los indios en esclavos y atrayendo a algunas pobres en búsqueda de oportunidades en harapientos desprovisto de su libertad. - Gracias a Dani por hacerme llegar la Novela de Vazquez Figueroa a tiempo de poder disfrutarla.-

Manaos es la ciudad que quiso ser pero se perdió, como en el libro de Jorge Amado, donde los coroneles peleaban por un progreso y unas modas venidas de Occidente a costa de la explotación de la mayoría de la población. Que dejó de ser y se abandonó en su implacable bochorno. Perdiendo los pocos atractivos turísticos que tenía. Atrapando al extranjero que llega en su obsoleta red y deseando huir hacia el primer destino posible.

Aprovechamos también para bañarnos en el río, en una zona sin peligro, evitando el temido candiru, así como las rayas y demás peces, en la Playa de Ponta Negra. Una playa de arenas blancas bañado por el Amazonas, con la extraña sensación de sumergirse en cálidas aguas negras, parecidas al petróleo y sin embargo dulces y traslúcidas. Desde alli es un buen sitio para apreciar la inmesidad de este rio que tanto nos cautiva, y que parece un mar, por la inmensidad de sus aguas. De manera que desde nuestra orilla no llegábamos a apreciar la otra, salvo por la tremenda obra de ingeniería que han trazado con el Ponte de ponta Negra.
Durante varios dias visitamos el puerto, sorteando el control de entrada, para informarnos de los distintos barcos que salían para Tabatinga, y poder negociar el paisaje; pero ocurrió que el primero que partía no lo hacia hasta 5 dias después, y no permitían negociar el coste del pasaje. Esto nos desmoralizo un poco, puesto que no podíamos planear alternativa alguna y tan solo podíamos esperar hasta que partiera el primero.

Durante un par de días visitamos otros lugares, que nos recomendó nuestra anfitriona, como el Bosque de la Ciencia y la localidad de Iranduba, pero de escaso atractivo, y que aplacaron en muy poco el sofoco y castigo de un sol de justicia.

Dos días antes conseguimos colarnos en el barco que antes salía hacia la frontera con Peru, y allí, después de una pequeña negociación conseguimos nuestros pasajes. Lo que nos activo en nuestra preparación del viaje y en las necesarias compras de hamacas, mantas y víveres.
Por fin empezaba tan deseada aventura, la de surcar un rio tan grande y con tanto atractivo, repleto de leyendas. Y que sintetiza el choque que produjo en los primeros descubridores al llegar a estas tierras, donde no podían asimilar la magnitud de los parajes que contemplaban.



miércoles, 5 de agosto de 2015



PRAIA DA PIPA

A las 18h cogemos nuestro onibus de Salvador a Pipa. El bus no tiene muy buena pinta en cuestión de espacio, se ve pequeño y poco cómodo, pero por suerte somos pocas las que viajamos y eso nos permite dormir en tres asientos cada. Esta vez el viaje es un poco más corto, 20 horitas de nada, y vamos más preparadas para el frío y posible aburrimiento.
En Joao Pessoa, somos tan solo tres las personas que continuamos el viaje, por lo que deciden montarnos en un coche para que nos lleve a nuestro destino. Esta vez no solo no llegamos con retraso, sino que incluso, llegamos una hora antes.
A través de booking, hemos hecho la reserva en un hostel muy baratito, el lugar está bien, aunque no deja de parecer un campamento de verano y punto de encuentro de jóvenes argentinxs.
Nada más llegar nos vamos a comer y de ahí a pegarnos unos buenos bañitos en la playa, que está buenísima! y a las 17h ver el atardecer desde la praia Do Amor, y es que parece como si el cielo ardiera...

Impresionadas nos quedamos cuando, al día siguiente después de desayunar y prepararnos unos bocatas, nos fuimos a la praia Dos Golfinhos, que como su propio nombre indica en portugués, delfines, estaba llena de ellos, por todas partes, al lado de la orilla, más alejados, saltando, jugando, danzando al son de las olas, sitiéndolos muy próximos a nosotras, tanto que parecía que los íbamos a tocar. Durante horas y horas estuvimos hipnotizadas, sin poder parar de mirarlos y fotografiarlos y sin terminar de creernos que realmente fuera cierto.

Por recomendación de Julieta, argentina que trabaja en el hostel, vamos a otra playa, donde las tartarugas marinas hacen el desove, estando marcados los nidos donde están los huevos por una asociación que se dedica a preservación de las mismas. El día está raruno, hace mucho viento y llueve bastante, parece que el sol está castigado sin salir por el momento. Tras pegarnos una pequeña siesta playera, y comenzar a llover de nuevo, decidimos marchar, pero resignandonos a dar el día por perdido, fuimos a Golfinhos por si mejoraba, pero no funcionó, así que muy a nuestro pesar, retornamos al hostel. Allí nos comentan que los meses de junio y julio son muy lluviosos, y que el 30 de julio dejará de llover, vaya, justo cuando nos vamos...Por las noches caen unas trombas de agua impresionantes que no nos permiten más que dar pequeños paseos, por este pueblo tan turístico y demodé llamado Pipa.

Nuestro último día, parece amanecer algo mejor, así que teníamos claro que el día estaba dedicado a los golfinhos, pero hoy parecen estar más vaguetes y no se dejan ver tanto como la vez anterior, aunque sí lo suficiente para disfrutarlos y llevarnos un gran sabor de boca, sin duda lo mejor de Pipa. Nos despedimos hasta la próxima y nos preparamos para nuestra nueva etapa de viaje en Brazil, el Amazonas!, pero antes tenemos por delante unas cuantas horitas de autobus y la duda de si llegaremos a tiempo para nuestro vuelo desde la ciudad de Belem a Manaos

lunes, 3 de agosto de 2015

MORRO DE SAO PAULO


Nuestro casero Casio, quiso compensar la aparición de un "pequeño" infortunio, acercándonos al puerto del que partíamos para la península de itaparica que comunica con Morro.

Al llegar nos instalamos en nuestro hostel, el cual habíamos conseguido rebajar con un truculento regateo por internet, lo que nos ha permitido disfrutar de uno de los mejores alojamientos hasta fecha. 

Morro es una localidad turística, con bonitas playas poco profundas, sin coche alguno, con la particularidad de que los taxistas son porteadores con carretillas, calles empedradas con grandes cuestas y llenas de restaurantes y tiendas enfocadas al turismo. Y conocida también por el ambiente de fiesta nocturno.

Visitamos las playas más alejadas conocidas como cuarta y quinta playa, donde disfrutamos de una variedad de paisajes, con árboles que llegaban hasta la misma playa, y formas para nosotros extrañas, grandes palmerales, zonas rocosas, aguas cobrizas y turquesas, etc... Y la posibilidad de realizar snorkle "mergulho" viendo peces de colores que se acercan a comer de tus manos.

También disfrutamos de la playa más céntrica, donde se practica el fútbol y una tirolina que va desde lo alto del faro de la localidad. 
En Gamboa tras un pequeño paseo juntó a la playa, nos dimos unos saludables baños de arcilla, que mejoraron nuestros cutis y los dejaron suaves. Hasta qué nos empezó a llover y tomamos un pequeño barco de vuelta a Morro.

Junto al puerto de entrada, hay un pequeño fuerte de defensa de la ciudad, lo que permite un relajante paseo, a la igual que la visita al mirador del faro, desde el cual se puede divisar Morro en su totalidad.

En uno de estos paseos nos encontramos con un chico de Barcelona, que están viajando solo por Brasil a lo que llamaba extreme, y que había practicado en otros tantos países viajando casi un año. Gastando lo mínimo, haciendo auto-stop, practicando el couchsurfing, o acampada libre, y alimentándose lo mínimo. Todo un personaje, un tanto inconsciente, y que en ciertos momentos no valoraba posibles riesgos que podría llegar a encontrarse. Como una suerte de Rimbaud, pero sin poesía. Así nos contó que se perdió por la selva amazónica de noche, buscando una localidad donde poder dormir, y su intención de visitar las favelas sin nada que pudiera evitarle asaltos. 
La idea resulta tentadora, pero esperamos que no encuentre problema alguno que le haga plantearse futuros viajes.