lunes, 3 de agosto de 2015

MORRO DE SAO PAULO


Nuestro casero Casio, quiso compensar la aparición de un "pequeño" infortunio, acercándonos al puerto del que partíamos para la península de itaparica que comunica con Morro.

Al llegar nos instalamos en nuestro hostel, el cual habíamos conseguido rebajar con un truculento regateo por internet, lo que nos ha permitido disfrutar de uno de los mejores alojamientos hasta fecha. 

Morro es una localidad turística, con bonitas playas poco profundas, sin coche alguno, con la particularidad de que los taxistas son porteadores con carretillas, calles empedradas con grandes cuestas y llenas de restaurantes y tiendas enfocadas al turismo. Y conocida también por el ambiente de fiesta nocturno.

Visitamos las playas más alejadas conocidas como cuarta y quinta playa, donde disfrutamos de una variedad de paisajes, con árboles que llegaban hasta la misma playa, y formas para nosotros extrañas, grandes palmerales, zonas rocosas, aguas cobrizas y turquesas, etc... Y la posibilidad de realizar snorkle "mergulho" viendo peces de colores que se acercan a comer de tus manos.

También disfrutamos de la playa más céntrica, donde se practica el fútbol y una tirolina que va desde lo alto del faro de la localidad. 
En Gamboa tras un pequeño paseo juntó a la playa, nos dimos unos saludables baños de arcilla, que mejoraron nuestros cutis y los dejaron suaves. Hasta qué nos empezó a llover y tomamos un pequeño barco de vuelta a Morro.

Junto al puerto de entrada, hay un pequeño fuerte de defensa de la ciudad, lo que permite un relajante paseo, a la igual que la visita al mirador del faro, desde el cual se puede divisar Morro en su totalidad.

En uno de estos paseos nos encontramos con un chico de Barcelona, que están viajando solo por Brasil a lo que llamaba extreme, y que había practicado en otros tantos países viajando casi un año. Gastando lo mínimo, haciendo auto-stop, practicando el couchsurfing, o acampada libre, y alimentándose lo mínimo. Todo un personaje, un tanto inconsciente, y que en ciertos momentos no valoraba posibles riesgos que podría llegar a encontrarse. Como una suerte de Rimbaud, pero sin poesía. Así nos contó que se perdió por la selva amazónica de noche, buscando una localidad donde poder dormir, y su intención de visitar las favelas sin nada que pudiera evitarle asaltos. 
La idea resulta tentadora, pero esperamos que no encuentre problema alguno que le haga plantearse futuros viajes. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario