Regreso a MONTEVIDEO.
Tras dos semanitas disfrutando de las playas uruguayas y sobretodo de sus maravillosas gentes, retornamos a Montevideo, aunque con algún que otro contratiempo, debido a la huelga de ómnibus, lo que nos situó en medio de la ruta haciendo dedo, y donde terminamos siendo levantadxs por Bea,una señora de unos 50 años, que muy amablemente nos llevó incluso hasta su casa e invitó a merendar.
Una vez en Montevideo acudimos al hospital que nos asignó el seguro medico. Todo terminó en un susto, nada de mosca berros,sino un acumulo de grasa que se infectó por una bacteria, una pequeña incisión y listo.
Por la tarde noche del sábado quedamos con Karin, la prima de Enrique, que nos invitó a una fiesta hippy-intelectualoide en una chacra a una hora de la ciudad. El lugar era hermoso, tomamos pizza, birras y disfrutamos de una performance!
El domingo aprovechamos para ir a la feria de Tristán Narvajas, donde Miqui por fin pudo adquirir los vinilos tan deseados. Pasamos la mañana, comimos en la rambla frente al río de la Plata y finalizamos en día en el parque Rodó disfrutando de la compañía de Adri, Juan y Aitor, escuchando los tambores y tomando unas ricas cerves.
Al día siguiente acudimos a la torre de las comunicaciones, desde donde se puede observar una visión panorámica de la ciudad de Montevideo.
Por la tarde paseamos por la zona vieja, compramos unas postales y descansamos y disfrutamos del sol en el césped.
Al día siguiente fuimos a la terminal de ómnibus a recoger las zapatillas de Miqui olvidadas en Durazno y que nuestro amigo Enrique envió como encomienda y de paso informarnos sobre los horarios y tarifas de los buses a Colonia de Sacramento. Aprovechamos para enviar los dicos a España y preparar todo para partir al día siguiente.
Por la noche acompañamos a nuestrxs amigxs uruguayxs a visitar a la abuela de Juan, una mujer realmente interesante y que con 90 años continuaba teniendo unas ganas enormes de viajar y conocer.
Terminamos la noche cenando muzza y fainá en el Sporting, de postre helado y ricos alfajores.
Nos hemos sentido tan cuidados y a gustito en Uruguay que nos da una pena enorme continuar, dejando atrás a personas maravillosas y que llevamos en el corazón.
Uruguay es el primer destino en el que valoramos la posibilidad de poder quedarnos a vivir.