LA PEDRERA.
Fue el comienzo de una pequeña aventura, al comenzar a viajar haciendo autoestop por el pais, después de probarlo con éxito con pequeñas distancias, nos echamos a la carretera cual beatniks mochileros, y a la salida del camping nos apostamos con relativo éxito. Llegando a nuestro destino final en 4 horas aproximadas y tras 4 o 5 vehiculos, con muy distintos conductores, y todos de gran amabilidad, incluido un camionero que transportaba arboles a la celulosa y un periodista turístico, que nos dejo a las puertas del malecón de La Pedrera.
También supuso nuestra primera experiencia con la red de couchsurfing, empezando con el mejor pie posible, al caer en la casa de Martin, un joven profesor de educación física, que había viajado por el mundo durante dos años. Martin nos abrió su casa, brindándonos su amistad muy generosamente, llegando, incluso a cedernos su cuarto para que pudiéramos dormir en una cama matrimonial.
Este comienzo nos ha animado a continuar con la experiencia, ya que nos permite conocer a la gente del lugar, mayor proximidad, desarrollar amistades y conversaciones mágicas y una generosidad siempre desbordante, que tenemos presente en un futuro próximo, tendrán que ser correspondidas con otros viajeros.
La Pedrera es una localidad pequeña, que descubrimos en el mejor momento, ya que pudimos disfrutar de kilometros de playas para nosotros solos, al no haber comenzado todavía la temporada estival de vacaciones.
Sus playas principales son la playa del Desplayado y el Barco (por que tiene un barco varado en la arena). Dedicándonos a disfrutar de los primeros baños, paseos por su costa, comidas y siestas reparadoras.
Una de las atracciones principales del lugar es la posibilidad de avistar ballenas australes que nadan muy próximas, así como toninas y delfines, lamentablemente perdimos la oportunidad, ya que los cetáceos regresaban hacia zonas mas frías y australes.
Con gran extrañeza conocimos la existencia del fenómeno de las Noctilucas, una especie de luciérnagas marinas, que producen el curioso efecto de luz en la noche, al pasear junto a la vereda del agua, incluso dentro del agua, o en las misma olas. Por supuesto, nuestros paseos nocturnos se convirtieron en una constante búsqueda de tan especial fenómeno, aunque no tuvimos la dicha de poder disfrutarlo, no nos fuimos nunca de vacío, ya que éramos resarcidos con un enorme y estrellado cielo, que nos dejaba `por momentos extasiados y sin poder articular palabra.
Otra de nuestras excursiones por el lugar, fue la visita a una zona que llamaban Valle de la Luna, producida por la erosión del agua en terrenos arcillosos, con paisajes en forma de cráteres y escorrentías.
Un día antes de la partida tuvimos que acudir a la población de La Paloma, a conocer la sanidad publica del país, ya que Raquel padeció el hinchazón de una ceja y parte del párpado, diagnosticándole una posible picadura de la mosca berro, con el extraño remedio de aplicarle un trozo de panceta en el lugar, para provocar la salida del gusano inoculado.
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