"Pequeños tesoros son aquellos en los que pone: Aquí estoy
Más considerables son aquellos en los que pone: Te acuerdas
Pero los tesoros más bellos son aquellos en los que pondrá: Yo estuve allí"
Durante este pequeño viaje por 7 países en 8 meses se ha conformado no solo de recuerdos y vivencias de inconmensurables paisajes. Del disfrute de una naturaleza infinita, de la playa a la montaña, cientos de caminatas que nos acercaban a lugares únicos e irrepetibles, ya fueran cascadas, calas, playas, barrancos, picos, cerros, montañas, valles, vestigios de otras culturas e historia, islas, ciudades, calles, callejuelas, pueblos, parques naturales, etc.
Los cientos de amaneceres, atardeceres, estrellas, lunas, entender que acá no se tiene como referencia la estrella polar, si no la cruz del sur, aunque sigamos sin encontrarla; cielos inmensos, nubes, todo tipo de fenómeno metereologico cambiante en el mismo día, ya sea un sol o frío de justicia, lluvias torrenciales, selváticas, tropicales, nieve, granizo; las distintas estaciones, inexistentes en algunos sitios, con un verano o primavera continuos, u otros donde nos aproximamos al otoño e invierno, para volver de nuevo al calor austral de justicia, con una capa de ozono debilitada que hace necesario estar siempre protegidos....
La fauna y la flora tan variada y exuberante. Helechos milenarios, palmeras de todo tipo, vegetación selvática, flores de todos los colores, formas y tamaños, árboles gigantes a los que poder trepar como hominidos, del caucho, y alguno que parece caminar con cierta movilidad, nenúfares gigantes, plantas trepadoras por doquier, compitiendo siempre por una franja de sol y alcanzar la mayor altura,; troncos con espinas, creciendo con sus ramajes a lo alto y ancho; bosques de lengas, arrayanes, coiques, majestuosas araucarias... Todo tipo de frutos moras, frutillas, cerezas, arándanos, grosella, cocos, sandias, mangos, bananas, palta, papaya, guayaba, uvas....
Fauna como delfines, delfines rosados de río, caimanes, monos, perezosos, boas, reptiles, mariposas, jaguar, tapiz, carpincho, capivaras, armadillos, llamas, vicuñas, alpacas, peces de todos los tipos y colores, de río y mar; pájaros tucanes, loros, papagayos, carpinteros, colibríes, águilas, búhos, lechuzas, pechopintados, gaviotas, cormoranes, garzas, pelicanos, flamencos blancos, rosados, bolivianos y chilenos, pingüinos. También leones y lobos marinos, toninas, ballenas, tortugas de mar, cangrejos, rayas... Escarabajos y por supuesto todo tipo de mosquitos: normales, borrachudos, zancudos...
De relación y amistad con las gentes y amigos de todos los lugares. Del aprender otras formas de querer y darse sin esperar nada a cambio, de confiar en las personas y abrirse siempre.
También nos han acompañado cientos de kilómetros y cientos de medios de transporte, ya se en ónibus, colectivo, movilidad, micros, trufis, remis, camiones, pickUps, camionetas, coches particulares, tren, avión; practicando garona o el dedo...
Con nuestras cuatro pertenencias sobre los hombros, y que hemos sabido reducir, dejando u olvidando en el camino, todo aquello que fuera un peso innecesario, desde el calzado desgastado por el uso, la ropa interior que desapareciera por causas inexplicables, el abandono de todo abrigo con la llegada de climas más cálidos...
Realizando siempre un alto en el camino en el eventual refugio que nos albergara por unos días, ya fuera el hostel, la posada o residencia de turno, la casa de nuestros ángeles protectores de couchsurfing, o bien que nos abrieron sus puertas sin casi conocernos y que ha hecho aumentar nuestro círculo de amistades, o incluso últimamente la carpita o tienda de campaña que nos agenciamos con el buen tiempo. Esto implica, las cientos de camas y colchones, sofás, colchonetas, jardines, sacos de dormir, mantas y esterillas....
Nuestra relación con las comidas, aunque seamos un tanto especiales y poco amantes de lo sibarita y restaurantes, con los salgados y pasteles de queijo, la comida a quilo, sopas de milho, de maíz o porotos, empanadas de patata con queso, salteñas, humitas y humintas, algún que otro pescado, cebiche, comidas en los mercados, puestos callejeros, pizzas de todo tipo, pero ninguna tan insuperable como la capitalina bonairense... La fainá, y el dulce de leche, chocolates varios, helados, frutas y verduras. Los asados, especialmente en Uruguay y Argentina, coloreadas con pimientos con queso y huevo, ensaladas varias, las recetas vegetarianas que nos llevamos y unas cuantas tortillas españolas que cocinamos como intercambio y agradecimiento cultural.
Coleccionando sellos de entrada y salida en nuestros pasaportes, de nuestra zigzagueante ruta, que ha vuelto loco a más de una aduana, con periodos de estancia de tres meses, o prorrogados por algunos días de más. O con sellos de grandes hitos como Machupichu y torres del Paine.
Todos ellos imposibles de sintetizar en estas frases, pero siempre presentes en nuestro maravilloso viaje, al que sin duda alguna revisitaremos con la memoria y el atesoramiento de mágicos momentos.