SALTA
Esta ciudad ha supuesto tan solo un alto en camino y un cambio en nuestra forma de viajar, ya que hemos dejado el hábito de mostrar el pulgar, por un autobús de línea rumbo a nuestro destino final.
Así pues, un tanto cansados de la ajetreada vida del mochilero, procurando conocer lo máximo posible, siempre a cuestas con la pesada mochila. Decidimos acortar nuestra visita al norte argentino, un tanto por la urgencia, otro tanto por el ansia del regreso, y estar próximo al entorno donde partirá nuestro avión de regreso a reencontrarnos con nuestra familia.
La estancia final ha sido finalmente de un día y una noche, paseando por el microcentro y sus principales puntos de interés. Descartando otras etapas que nos habíamos propuesto como Córdoba y Cafayate.
Tiene la ciudad de Salta, a la que apodan la linda, cierto aire colonial, un tanto al estilo de la Serena y Trujillo, pero tal vez más grande. Con casas de escasa altura, de nos más de dos metros y cierto aire andaluz. Esta repleta también, de iglesias monumentales, las más destacadas son las de San Francisco y su Catedral, en plena plaza 9 de julio y recomendables museos, que no llamaron nuestra atención, ya que proveníamos de admirar la naturaleza próxima del norte Salteño.
A pesar de todo,no dejamos de probar una de sus principales atracciones, el teleférico que asciende por el cerro que sirve de referencia a la hora de orientarse y situar correctamente el Oriente. Desde sus lomas admiramos el verdor de la zona de Cachi, y que suelen vender en conjunto con Cafayate, los principales touroperadores de la ciudad, para disfrutar de la quebrada de Cafayate y los figuras que se aprecian en su naturaleza.
Tras disfrutar de las vistas, descendimos por un paseo en forma de escaleras convenientemente emboscados por el verdor de la naturaleza, ya que el sol y calor llega a ser insoportable, de manera que llegan incluso a tener por costumbre la toma de la siesta, y el cierre de negocios entre las 15h y 17h. Una vez llegado al tramo final, encontramos en la base de su loma, la estatua al libertador Gaucho general Güemes, figura a la que actualmente se esta poniendo en valor, por su participación en la independencia de la nación.
Desde allí paseamos por la avenida de San Martín, junto al extenso parque que llega contener un lago al estilo del retiro madrileño, y repleto de puestos de artesanía! venta de panchos y comida rápida, así como otras baratijas. Nuestro divagar nos llevo por distintas calles peatonales, así como la clásica visita al mercado dl lugar donde comimos, antes de subir a nuestro colectivo. Descansando la noche anterior en la plaza principal, sentados en sus bancos y disfrutando de un rico helado de dos bochas, mezclado por supuesto con dulce de leche. Otro de los paseos nos llevo por la calle de Balcarce, famosa por ser la zona de marcha, y lugar de peñas y actuaciones gauchas.
Por la noche festejamos el resultado satisfactorio del conflicto laboral de Raquel con una buena cena, en el recomendado restaurante Don José. Tomando las que posiblemente sean nuestras últimas Humitas y unos ñoquis, que tenía antojados desde nuestra estancia en Uruguay (donde suelen consumirlos a finales de mes, en recuerdo a tiempos de escasez). Regresando pronto a nuestro hostal, para hacer los preparativos de la partida.
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