jueves, 11 de febrero de 2016

CHILLÁN - VALLE DE LAS TRANCAS

CHILLAN - VALLE DE LAS TRANCAS

Esta población suponía un alto en el largo camino hacia la capital, pero las sorpresas inesperadas y el dejarse llevar llenaron de encanto la etapa. Por lo pronto nos hospedamos en casa de Javier, acampando en su tranquilo jardín interior, coincidiendo con un cicloturista canadiense, llamado Vicent, con los que mantuvimos unas animadas conversaciones sobre nuestras tretas y aventuras.

Por la noche preparamos nuestra famosa y apañada tortilla de papas, acompañadas por cerveza del lugar y de postre turrón del blando, ya que se había convertido en un extraño hábito del cómico personaje canadiense. Él mismo nos informo de la existencia de un mural del pintor mexicano, discípulo de Diego de Rivera, Siqueiros. 

Así, a la mañana siguiente nos dispusimos a visitar el colegio mexicano que albergaba su poco publicitado mural, pero al demorarnos en la visita tomamos la decisión de hacer una visita al entorno natural del Valle de las Trancas, próximo al volcán Chillan. Allí conocimos a Jo, una encantadora nativa chilena que entre otras cosas, había viajado durante 5 años con su chico por Europa a golpe de pedal. Ofreciéndonos su casa y hospitalidad, que en principio rechazamos, pues teníamos la intención de regresar a dormir a Chillán, pero que terminamos por aceptar al ver el entorno que podíamos llegar a visitar y conocer.

Joselyn nos recomendó una encantador paseo hacia el marciano paisaje de la lava milenaria, al que llegamos en poco tiempo, a pesar de ir tirando del cicloturista, que tan solo tenía piernas para su máquina. Una vez más nos maravillamos con paisaje tan atípico, nunca visto antes por nosotros, llenándonos los ojos, e intentando caminar lo máximo posible por un auténtico río de lava disecada cientos de años atrás, y del cual rara vez, brotaban retorcidos árboles, en los más extraños equilibrios.

A nuestro regreso decidimos aceptar el ofrecimiento de nuestra nueva amiga, a la que conocimos por medio del canadiense, ya que estaban participando en una red para ciclistas, llamada warm-shower. Pernoctando en su casa, y contándonos sus cientos de aventuras a lo largo de Europa y Latinoamérica, incluida su participación en un largo-documental, sobre un tipo que viajo en tándem hasta Ushuaia, y al que ella ayudo.

Esto nos permitió disfrutar de otro espléndido paseo hacia las lomas del volcán Chillan, al que previamente habíamos divisado escupiendo gases y cenizas. Llegando hasta una zona de fumarolas, con su nauseabundo olor a azufre, y unos metros más abajo, aprovechamos para darnos unos baños de arcilla, que limpiábamos en el gélido rio que descendía por su valle.

Al regresar a la civilización, Jo nos volvió a sorprender, invitándonos a un excelente almuerzo, que todavía a día de hoy seguimos recordando, compuesto por un menú de Humitas acompañadas de tomate y cerveza de la zona; y del que comparativamente no hemos vuelto a encontrar tan rico y auténtico degustar.

Terminada nuestra comida, un amable carabinero de paisano nos acercó a una población cerca de Chillán, y desde allí tomamos un pequeño colectivo a la ciudad. Al llegar temprano pudimos aprovechar para hacer unas pequeñas compras en el mercado, e incluso un pequeño capricho en forma de camisa hawaiana. Por la noche tomamos unas cervezas con Javier en un folklórico pub de la zona, recogiéndonos pronto ante la vista puesta en nuestro nuevo destino.

No hay comentarios:

Publicar un comentario