LA SERENA - VALLE DEL ELQUI
Retomamos para este viaje la sana costumbre de levantar el dedo. Y la verdad es que nos fue bastante bien, siendo agasajados no solo de buena compañía, si no también con pasteles y productos del lugar. A nuestra llegada a La Serena nos dejaron en el centro comercial que divide el camino que lleva a la playa y costanera. Allí nos pudimos comunicar con nuestro anfitrión y dándonos las indicaciones para llegar a su casa.
Una vez allí y recién instalados pudimos descansar tranquilamente, ducharnos y comunicarnos con nuestros seres queridos. Tomamos nuestro reconfortante te, que se ha convertido en todo un ritual de relajación y tiempo para nosotros. Y tras unas horas regreso Jota con una cena sorpresa a base de Sushi vegetariano. Después salimos a dar un pequeño paseo por el centro histórico de la ciudad y nos animamos a tomar el famoso terremoto de curaçao y granadilla.
Al día siguiente iniciamos nuestro viaje hacia el Valle del Elqui, dejando el equipaje principal en casa de Jota. Para ello tomamos un colectivo que nos dejó en Pisco Elqui, y de allí sacamos el dedo para ir a la población de Horcon, donde pudimos refrescarnos del fuerte calor bañándonos en una pequeña poza, de regreso visitamos una bodega de producción artesanal de Pisco, llamada Los nichos. Donde nos mostraron la elaboración de la bebida alcohólica, de la que existe cierta controversia por su autoría ya sea Peruana o Chilena, inchándosele el pecho y contestando categóricamente sin lugar a duda alguna en función de la nacionalidad de la persona aludida.
En la bajada por el Valle pudimos apreciar el contraste de las zonas altas de la montaña, de aspecto árido y seco, con la riqueza y el verdor del valle, todo el repleto de viñas. En todo momento procuramos encontrar una imagen que todo el mundo referencia sobre el carácter especial del lugar, pero desgraciadamente nosotros no logramos hallar. Es así como finalmente llegamos a la localidad de Vicuña, donde plantamos nuestras tiendas de campaña, paseando un poquito por los alrededores, comprando riquísimas uvas del lugar y cenando. Para terminar disfrutando de un maravilloso cielo estrellado, tumbados en el césped de nuestro campamento, y llegando incluso a avistar un par de Ovnis por parte de la imaginativa y risueña Raquel.
Al día siguiente regresamos a la Serena, aprovechando para dar un pequeño paseo por el centro de aspecto colonial, y plagado de casas bajas, antes de tomar un bus que nos llevaba directamente a San Pedro de Atacama.
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