VALPARAÍSO
Dada la proximidad entre Santiago y Valparaíso, o Valpo como acá le dicen, tomamos un bus que nos llevaría en dos horas.
Al llegar una fuerte bofetada de calor nos dio la bienvenida. Nos dispusimos a caminar hasta la casa de Monica y Victor, nuestros primeros anfitriones en Valpo.
Nos tocó sudar la gota gorda para llegar hasta la cima del cerro monja, y es que Valpo esta rodeada por 42 cerros y tiene 15 ascensores o funiculares para acceder a parte de ellos, aunque sólo hay 8 en funcionamiento.
Dejamos nuestras cosas en el departamento y nos fuimos a comer y pasear con Victor, que nos hizo un tour turístico por los principales puntos de interés de la ciudad. Paseamos por los cerros, conocimos La Sebastiana, casa de Pablo Neruda, subimos a un funicular, visitamos una exposición gratuita sobre fotografía muy interesante, sobre un autor local que fue alumno de Carthier Bresson, y tomamos una rica cerveza artesanal para mitigar el calor sofocante que hacía.
Tuvimos la suerte de visitar Valpo en medio del festival de las Artes de Valparaíso, por lo que había una amplia agenda de conciertos, proyecciones cinematográficas, y un muy buen ambientillo.
Aunque ya nos habían informado que Valpo era una ciudad con una gran vida cultural en cualquier época del año.
Por la noche acudimos al concierto de Eva Ayllón y su banda afroperuana. Estaba a tope y la gente, emocionada, cantaba y bailaba al son de sus canciones.
Cuando finalizó, nos juntamos con nuestros anfitriones y fuimos a un bar llamado Liberty, donde la gente se juntaba para tomar y bailar la Cueca, baile nacional de Chile, que todo el mundo sabe bailar, nos contaron que lo enseñan en la escuela.
Al día siguiente acudimos a visitar el faro de la ciudad, donde pudimos ascender y observar, aunque el día estaba grisáceo y ventoso, una linda vista del mar, la playa y un pintoresco cementerio.
Valparaíso se caracteriza por su múltiples cerros, sus casas de colores enclavadas en los cerros, sus funiculares y sus largas escaleras que recorren las calles, además de un cierto desorden en todo ello. Es una estampa muy pintoresca.
Por la tarde fuimos a otro concierto de unos rockeros carrocillas Chilenos muy graciosos, llamados los Splendors y después cenamos en casa tranquilamente.
Al día siguiente nos tocaba un cambio de casa, ya que Mónica y Víctor iniciaban su viaje de vacaciones, pero antes nos fuimos a pasear por los cerros y al mercado a comprar frutas y verduras para la comida, y por sí se diera la suerte, y no fue así, de encontrar algún vinilo que mereciera la pena.
Comimos con Mónica y nos fuimos a casa de Jaime, nuestro siguiente anfitrión, quien nos recibió con un rico café/te y charlamos animadamente mientras nos acomodamos en el que sería nuestro cuarto por dos días.
Noche de concierto y cena con vinito blanco y unas deliciosas cervezas artesanales que elaboraba una amiga de Jaime, realmente nos encantaron.
Por la mañana salimos a pasear por la costanera para ver los lobos marinos, pero debían de estar de domingo y solo unos poquitos se encontraban en su lugar asiduo. Pudimos observar también, los efectos de las fuertes marejadas que hubo en días anteriores. Las maderas del paseo totalmente levantadas e incluso rotas...
Comimos nuestra popular tortilla de papas con una rica crema de zapallo. Dimos nuestro último paseo por la ciudad. Merendamos chocolate con pan dulce y, por fin, después de siete meses con la sudadera de Star Wars, promocionando la película, y un mes y medio de su estreno, pudimos ir a ver la película!. Sin embargo, cierta decepción nos invadió, no era como habíamos imaginado. Expectativas demasiado altas? Puede ser y sabíamos que podría pasar. Sin embargo fue un buen final a nuestros días en Valparaíso!
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