viernes, 13 de noviembre de 2015

VIAJANDO POR TIERRA DE NADIE


VIAJANDO POR TIERRA DE NADIE.

Nuestro amigo Enrique nos había recomendado la entrada al Uruguay por la zona de Bella Unión, lo que implicaba atravesar tres fronteras antes de llegar al país.
Como habíamos observado que era mucho más barato viajar desde Paraguay, decidimos cruzar de Iguazú a Ciudad del ESte, de ahí tomamos un ómnibus a Encarnación, frontera con Argentina, donde descansamos un par de días para reponer fuerzas, disfrutando de una playa de río con vistas a la frontera argentina.
Una vez descansado, tomamos un ómnibus que nos acercó a la terminal de Posadas, desde donde tomamos nuevamente un bus hacia Paso de los Libres, donde, debido a que se nos echó la noche encima, cogimos una habitación en un lugar un tanto futre, por así decirlo. Allí tomamos nuestra primera y rica pascualina, empanada de acelgas y huevo duro.

Con los primeros rayos de la mañana, tomamos un bus urbano que nos acercó hasta la aduana, donde tras pasar el puesto fronterizo y hacer y el pertinaz control de pasaportes, tomamos otra movilidad que nos acercó a Uruguaiana, en Brasil, donde nos tomamos un desayuno en el mercado, y debido a los cambios de horarios entre países, perdimos el que habíamos comprado, sin embargo nos permitieron tomar otro sin tener que abonar  nada. De ahí llegamos a Barra do Quarai, ahí sellamos nuestra entrada en Uruguay, ya que nadie nos pidió la salida de Brasil, y continuamos nuestro trayecto hasta la localidad, esta vez si ya Uruguay, de Bella Unión.

Como Bella Unión no tenía especial interés más que un lugar fronterizo famoso para las compras, cogimos el primer ómnibus que salía para Salto, ciudad a la que llegamos de noche, nos recomendaron un alojamiento económico pero muy agradable, el jardín, donde nos quedamos dos noches, descansando de nuestro pequeño periplo entre fronteras.

Salto es conocido por su balneario de aguas calientes, pero no nos llamaba demasiado la atención, teniendo en cuenta los lugares tan maravillosos, en plena naturaleza, de los que habíamos estado disfrutando hasta el momento. Por lo que dedicamos el tiempo a pasear por la ciudad, hacer compritas de comida, y descansar, descansar mucho, además de comunicarnos con la familia.

Y a partir de ese momento, comenzó la cálida bienvenida uruguaya.

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