COPAPACABANA TITICACA
Otra noche durmiendo en un autobús, rumbo a la frontera Boliviana. A primeras horas de la mañana, hicimos nuestro ingreso en el país, sellando nuestros pasaportes, primero la salida en el lado peruano y después realizando un pequeño tramo andando, fichando la entrada en Bolivia.
Llegamos a Copacabana y tras una pequeña búsqueda, nos quedamos en el hostal Inca Terra que era prácticamente nuevo y bastante amplio. Desayunamos en el mercado, el socorrido cafe con leche y pan con queso.
Después visitamos la gran catedral que ocupa parte de la población de Copacabana, y buscamos la famosa virgen negra. En nuestro caminar por las pequeñas calles, empezamos a apreciar los pequeños cambios visibles en la vestimenta y costumbres locales de la zona. Principalmente visibles en los sombreros a modo de bombín o borsalino, con las polleras largas similares a sus vecinas peruanas.
Nos habíamos propuesto descansar y no cargarnos mucho el primer día, pero parece que es ver una montaña que escalar o un obstáculo que salvar, y allí que nos vamos. Por lo que nos encaminamos a la llamada Horca del Inca, una suerte de loma donde se realizaban ofrendas y observación astronómica por parte de los antepasados de la zona, el pueblo de Tiwanaku, anteriores a los Incas y cuya civilización se extendió por el lago Titicaca, Bolivia, Perú, llegando hasta Ecuador.
El lugar estaba poco cuidado, con mucha basura de restos de botellón y pintadas a modo de testimonio de la estancia de enamorados, quintos y familias, una tristeza que se repetía en otras zonas de interés turístico.
Como ya habíamos cogido carrerilla, decidimos cumplir la tourne, visitando primero el Tribunal del Inca y después la ascensión al Calvario. Por el camino nos topamos con una suerte de manifestación cultural, formado por un grupo de aldeanos de otra vecindad, que totalmente ebrios se dedicaban a dar vueltas en torno a un campo, mientras se tocaban o se hacían acompañar por música tocada con flautas, en honor a la virgen de Copacabana. El espectáculo se completaba, con un grupo de mujeres armadas de una especie de látigo con los que ponían orden y trataban de hacer subir a los hombres mas ebrios a un camión de transporte ganadero en el cual viajaban de regreso a su hogar.
Completamos el día ascendiendo al Calvario, desde donde disfrutar de la puesta de sol sobre la bahía de Copacabana. El lugar tiene cierta belleza y por momentos se nos pareció a Finisterre, con pequeñas ofrendas a modo de fogatas, donde quemaban para pedir salud, dinero y otros largos etc. Lo triste como siempre, es la gran acumulación de basura en forma de botellas, bolsas de plástico, etc... Y comentándoselo al encargado del hostal, puso la socorrida excusa de acusar a sus vecinos Peruanos, que acuden a esta zona como lugar de esparcimiento.
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