jueves, 17 de septiembre de 2015

PARACAS

El trayecto hacia Paracas no era posible hacerlo directo desde Huaraz, por lo que nos obligaba a parar en la ciudad de Lima, cosa que intentábamos evitar por todos los medios. Pero que al final nos resulto bien, puesto que al llegar a la estación, encontramos que, en menos de una hora salía un autobús hacia Pisco, y de allí tomamos una combi hacia la villa de Paracas.
El paisaje que pudimos apreciar en el bus, desde Lima hasta Pisco, no era muy alentador, lo que nos afianzo en la decisión que tomamos, a pesar de las muchas horas de trayecto acumuladas. La imagen general era la de una suerte de polvo gris, continuamente en suspensión, con zonas casi desérticas y bastante polución y basura en forma de plásticos acumulada a ambos lados del camino. Por lo que hemos leído, Lima es una de las ciudades mas áridas y contaminadas del mundo, ademas de poseer enormes extensiones de costa, donde no esta permitido el baño por los distintos vertidos indiscriminados.  

Llegados a Paracas, pudimos disfrutar de una pequeña zona de conservación medioambiental, conocida como las Islas Galapagos de los pobres, bastante reducida y amenazada por el desarrollo de las industrias de las poblaciones colindantes. Este pequeño reducto, es posible hoy en día, por el interés turístico de la zona, que beneficia en la pequeña localidad, pero que puede tener los días contados, por la posible construcción de un nuevo y gran puerto en Pisco.

Una vez elegido nuestro alojamiento, tuvimos la oportunidad de disfrutar una pequeña fiesta de cumpleaños en honor de la dueña del establecimiento; por lo que pudimos comer, y beber al antojo. Pero sobretodo esperando poder probar las deliciosas tartas que tenían expuestas desde primeras horas de la mañana, y que pudimos catar casi llegada la noche. Probamos también el famoso Pisco Sour, y las distintas cervezas que corrían sin parar, cada una abierta de una manera cada vez mas imposible por el paisano de turno.

El día siguiente nos embarcamos en el imprescindible tour en barco por las Islas Ballestas, donde pudimos apreciar la vista de delfines, leones marinos, pingüinos, pelicanos y otras tantas aves que tienen su refugio en estas islas, protegidas de la accion directa del hombre, y donde tan solo se accede cada cierto tiempo, para la recogida del guano, que se utiliza como fertilizante natural que se llega a exportar a varios países. Antes de la llegada a las Islas Ballestas, se puede apreciar la singular vista de un símbolo dibujado en la ladera desértica de la reserva natural, conocido popularmente como el "Candelabro", y de cuya existencia se dan varias teorías al estilo de las lineas de Nazca.

Después visitamos la Reserva Natural en la península de Paracas, donde pudimos apreciar el contraste entre un paisaje semi-desertico y unas playas con un azul intenso que contrastaban con el color de la arena de tonos rojizos. Tristemente también se observaban otras cosas menos atractivas, puesto que la zona es lugar de esparcimiento con cierta fama entre la población peruana, por lo que en conjunto tiende a olvidar o malograr el estado de conservación de la zona, acumulando basura por doquier, sobretodo en la zona del pueblo de lagunas. Allí llegamos a encontrar los cuerpos sin vida, flotando entre otros desperdicios, de leones marinos, así como caparazones de tortugas marinas.

A la mañana siguiente bien temprano, paseamos por la zona costera de Paracas, donde divisamos entre los confiados pelicanos ocupan las playas de la localidad, un flamenco qué buscaba en la orilla distraídamente alimento, permitiéndonos poder ver de cerca una de las aves mas maravillosas y bellas del lugar. Realizando una especie de baile a la hora de encontrar su comida parecido a un zapateado flamenco. Cosa que nos emociono bastante, permitiéndonos emprender un nuevo viaje hacia Arequipa.



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