PARACAS
El trayecto hacia Paracas no era posible hacerlo directo desde Huaraz, por lo que nos obligaba a parar en la ciudad de Lima, cosa que intentábamos evitar por todos los medios. Pero que al final nos resulto bien, puesto que al llegar a la estación, encontramos que, en menos de una hora salía un autobús hacia Pisco, y de allí tomamos una combi hacia la villa de Paracas.
El paisaje que pudimos apreciar en el bus, desde Lima hasta Pisco, no era muy alentador, lo que nos afianzo en la decisión que tomamos, a pesar de las muchas horas de trayecto acumuladas. La imagen general era la de una suerte de polvo gris, continuamente en suspensión, con zonas casi desérticas y bastante polución y basura en forma de plásticos acumulada a ambos lados del camino. Por lo que hemos leído, Lima es una de las ciudades mas áridas y contaminadas del mundo, ademas de poseer enormes extensiones de costa, donde no esta permitido el baño por los distintos vertidos indiscriminados.
Llegados a Paracas, pudimos disfrutar de una pequeña zona de conservación medioambiental, conocida como las Islas Galapagos de los pobres, bastante reducida y amenazada por el desarrollo de las industrias de las poblaciones colindantes. Este pequeño reducto, es posible hoy en día, por el interés turístico de la zona, que beneficia en la pequeña localidad, pero que puede tener los días contados, por la posible construcción de un nuevo y gran puerto en Pisco.
Una vez elegido nuestro alojamiento, tuvimos la oportunidad de disfrutar una pequeña fiesta de cumpleaños en honor de la dueña del establecimiento; por lo que pudimos comer, y beber al antojo. Pero sobretodo esperando poder probar las deliciosas tartas que tenían expuestas desde primeras horas de la mañana, y que pudimos catar casi llegada la noche. Probamos también el famoso Pisco Sour, y las distintas cervezas que corrían sin parar, cada una abierta de una manera cada vez mas imposible por el paisano de turno.
A la mañana siguiente bien temprano, paseamos por la zona costera de Paracas, donde divisamos entre los confiados pelicanos ocupan las playas de la localidad, un flamenco qué buscaba en la orilla distraídamente alimento, permitiéndonos poder ver de cerca una de las aves mas maravillosas y bellas del lugar. Realizando una especie de baile a la hora de encontrar su comida parecido a un zapateado flamenco. Cosa que nos emociono bastante, permitiéndonos emprender un nuevo viaje hacia Arequipa.
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