martes, 8 de septiembre de 2015

HUARAZ

Antes de llegar a Huaraz, hicimos una breve incursión en Trujillo, ya que no existía conexión directa desde Tarapoto, vía carretera.

La ciudad de Trujillo, tiene un aire muy hispano, con las casonas del centro tipo Andaluz-Extremeño de grandes barrotes, nos pareció una localidad limpia y organizada. Y su plaza de armas tiene un encanto singular, con las casonas pintadas de colores ocres y azulones.

Por la mañana acudimos a visitar las famosas Huacas del Sol y la Luna, una de las estructuras precolombinas mas grandes de Perú en forma de piramides, y donde se enterraban viejos templos, bajo los nuevos, permitiendo una mejor conservacion de estos. Todo ello rodeado de un paisaje gris arenoso, semidesertico, que por momentos se asemejaba al decorado de Encuentros en la Tercera Fase.

Allí nos familiarizamos con nuestro primer Terrapuerto, que es como llaman al concepto moderno de juntar todas las compañías de autobuses en una estación de autobuses, en vez de que estén todas dispersas a lo largo de la ciudad.

Viajamos por la noche en autobús, llegando por la madrugada a Huaraz y tras instalarnos, descansar un poco y ducharnos, nos fuimos a informar de las distintas rutas de treking, en el parque nacional de Huascaran. Encontrando una buena oferta para  hacer la ruta mas famosa de un día en el Laguna 69. 

Al día siguiente madrugamos, esperando la recogida en furgoneta de la compañía y tras un pequeño susto con la puerta, ya que pensábamos que nos habíamos quedado encerrados en el hostal, por no avisar de que partíamos temprano, logramos subirnos a nuestro vehículo y partir hacia nuestro destino.

Una vez llegamos, nos esperaba una caminata ascendente de tres horas, donde sufrimos en nuestras carnes los efectos de la altura y la presión, acelerandose el pulso y con movimientos lentos y descoordinados, dando como resultado una estúpida estampa de montañeros zombies, o un paso de Semana Santa subiendo hacia una cumbre cada vez mas empinada. Y desde luego que todo esfuerzo valió sobradamente la pena, disfrutando de   una estampa única, donde un lago de color azul-turquesa bañaba el pico de la montaña con nieves perpetuas, con un silencio que permitía, por momentos, escuchar los pequeños desprendimientos de nieve, y la inmensidad de un paisaje maravilloso.

Esta caminata, nos animó a realizar otra al día siguiente, por nuestra cuenta, a Laguna Llaca, accediendo a las faldas de la montaña, mediante una combi, iniciando nuestra empinada ruta desde la villa de Marian. Sin embargo, un pequeño despiste nos incremento nuestros esfuerzos en casi hora y media de caminata, terminando por pasarnos factura en los siguientes días. En la llegada a la laguna, cambio el tiempo por lo que decidimos regresar lo antes posible, ya que debíamos recoger nuestro equipaje y prepararnos para nuestro viaje en autobús a Paracas.

Una vez en Huaraz y tras dejar el equipaje en la estación de la compañía, nos fuimos a dar una vuelta por uno de los sitios que mas nos gustan en todas las localidades de Perú, el mercado, disfrutando de sus frutas y otras delicias, así como otras curiosidades de este pequeño microcosmos.
Al llegar a la Plaza de Armas, disfrutamos de una de esas inesperadas fiestas que se producen por acá, donde se celebra todo con lo inimaginable, en este caso era el aniversario de un colegio. Realizando un desfile colorista, con toda suerte de artilugios y manualidades creados por los alumnos y acompañados de miles de fuegos artificiales y cohetes tirados a la ligera y sin mucha seguridad.




No hay comentarios:

Publicar un comentario