sábado, 10 de octubre de 2015

LA HIGUERA / VALLEGRANDE: la ruta del Che

LA HIGUERA / VALLEGRANDE: la ruta del Che

Nos hemos levantado esta mañana temprano, dejando nuestras pesadas mochilas, en la recepción del entrañable camping del Jardin. Nuestra intención es coger una movilidad hacia Vallegrande, donde poder visitar la ruta del Che, de la que primeramente oímos hablar meses atrás en Brasil, de boca de unos argentinos.
Tras una hora apostados en la carretera, la suerte nos vino a visitar, apareciendo un autobús con destino a Villa Serrano, lo que nos permitía llegar hasta el desvío que nos dejara cerca de La Higuera, localidad donde mantuvieron preso y posteriormente asesinaron al Che, en la famosa escuelita.

Tras cinco horas de viaje, nos apeamos en el desvío, iniciando nuestra caminata por un sendero de tierra bien indicado. Disfrutando de las vistas y el paisaje, celebrando la coincidencia de haber llegado en la fecha del aniversario de tan célebre suceso. Por el camino nos llegamos a cruzar con una tarántula que nos hizo dar un salto del susto.

La Higuera es un pueblo muy chiquito con apenas 10 casas. Preguntamos alojamiento en la casa del telegrafista, pero el precio se nos iba de presupuesto. Nos indicaron, muy amablemente, que acudiéramos al alojamiento comunal junto a la plaza del pueblo. Lugar en el que nos alojamos, al lado de la escuelita, donde tuvieron detenido al Che.

Aprovechamos para visitar la escuelita, a modo de museo, donde se relatan las vicisitudes del Che en su pequeña guerrilla en Bolivia, con la intención de irradiar en el continente americano la lucha armada por la liberación de los pueblos de la opresión del imperialismo yanki, "Crear dos, tres,...., muchos Vietnam es la consigna"

El 9 de octubre de 1967, el Che Guevara fue ejecutado por las tropas bolivianas, las cuales fueron entrenadas por la CIA. Posteriormente su cuerpo fue trasladado al hospital de Valle Grande, nuestra próxima parada.

Hemos madrugado y levantado pronto, ya que durante la noches e los gallos estuvieron cantando y anunciando el alba desde las 2-3 h de la mañana, alborotados, contestándose de una punta a otra del pueblo, haciendo presente el fatídico día del aniversario de la ejecución. Desayunamos y de repente el pueblo se llena de actividad con decenas de vehículos que traen a distintos visitantes para homenajear al guerrillero argentino. Se da la casualidad que entre ellos acude una delegación cubana formada por los presos políticos conocidos como los 5, junto con el coronel Orlando, así como autoridades del gobierno Boliviano.

Antes de que empiece todo el jaleo, regresamos a la Escuelita, para poder apreciarla con la luz del día. El pequeño lugar es una suerte de pequeño museo donde se relatan los últimos días del Che en la sierra Boliviana, así como el lugar donde fue retenido, y después asesinado, conservándose la silla y la puerta originales donde fue ejecutado. Junto a ello se encuentra toda suerte de parafernalia a modo de homenaje y recuerdo de las distintas personas que han acudido a visitarlo, principalmente poesías, dedicatorias, billetes, células identificativas, banderas.... Lo que nos trae a la memoria el acertado poema de Benedetti:

"Lo han cubierto de afiches / de pancartas
de voces en los muros
de agravios retroactivos de honores a destiempo

lo han transformado en pieza de consumo
en memoria trivial
en ayer sin retorno
en rabia embalsamada

han decidido usarlo como epílogo 
como última thule de la inocencia vana
como anejo arquetipo de santo o satanás

y quizás han resuelto que la única forma
de desprenderse de Él 
o dejarlo al garete
es vaciarlo de lumbre
convertirlo en un héroe
de mármol o de yeso
y por lo tanto inmóvil
o mejor como mito
o silueta o fantasma
del pasado pisado

sin embargo los ojo sincerara les del Che
miran como si no pudieran no mirar
asombrados tal vez de que el mundo no entienda
que treinta años después siga bregando
dulce y tenaz por la dicha del hombre

A nuestra salida de la exposición se produce la llegada de Los 5, que realizan en primer lugar una pequeña visita a la Escuelita, a continuación posan junto con la estatua del Che, para finalmente participar en un acto de homenaje, protagonizado por la delegación medica cubana del lugar y los niños del pueblo.

Tras la finalización preguntamos si existía alguna plaza en los autobuses de la delegación boliviana que nos llevara a Vallegrande, teniendo la dicha de poder compartir el trayecto con un grupo de médicos que habían estudiado en Cuba, al haber disfrutado de una beca del gobierno. Comentandonos la nueva política de sanidad del presidente Evo, donde se pretende poco a poco acercarse a la sanidad pública y universal, mediante una copia del sistema cubano. Como contraposición a las diferentes conversaciones que hemos oído en otros viajes y lugares mostrándonos el descontento; ellos apoyan abiertamente al gobierno y su partido.

Al llegar a Vallegrande visitamos el mercado para comprar provisiones y alimentarnos reponiendo fuerzas, y así continuar con nuestra particular ruta del Che. Visitando la lavandería y la morgue donde yació y fue fotografiado el Che, antes de que su cuerpo fuera mutilado, para enterrarlo en una fosa común en lo que ahora es conocido como el Mausoleo.

La mañana de amanecida nos acercamos a la pequeña tienda que ostenta la enfermera que limpió y adecento al guerrillero. Con cierta desgana, y a modo de estribillo repetido, nos contó los sucesos del día que llego al hospital, con algún desmentido de la versión oficial, con la mirada perdida y una estampita de Cristo en las manos, rememorando su parte en la historia como si no hubiera pasado el tiempo, donde cumplió un cometido obligada por las circunstancias.

Después visitamos el mausoleo acompañados de un guía de la casa de cultura y un chico argentino-boliviano. Por el camino nos fue explicando los sucesos, y las distintas versiones y como todavía hoy en día, algunas personas que vivieron los hechos no dan su testimonio por miedo a posibles represalias, o incluso pequeños misticismos, llegando a asegurar una señora que no habla por que se le apareció la figura del Che advirtiéndole que mantuviera el pico cerrado. Esto trajo a colación, la existencia de modestos altares a la memoria de San Ernestito en algunas casas, ya que en su yacer con los ojos abiertos, el hombre se asemejaba al hijo de dios.

Tras un corto paseo nos acercamos a la terminal de autobuses, para regresar de nuevo a Samaipata, donde nos esperaban nuestros principales equipajes. Acompañados de un desagradable y húmedo tiempo, que impidió que realizáramos actividad alguna, más que tomar una bebida caliente en la cafetería del lugar, mientras nos conectábamos con nuestros seres queridos y les referíamos nuestras andanzas, a la par que disfrutábamos con las imágenes y noticias de nuestros sobrinos.

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