POTOSI: no digas que fue un sueño
A la llegada a la ciudad recibimos una noticia muy triste, acompañada de una sensación de irrealidad, una especie de mal sueño que termina mal, y del que no puedes evitar su desenlace.
Se nos fue una gran amiga, y no pudimos despedirnos de ella. Tampoco nunca quisimos hacerlo, y hoy en día nos negamos a ello, pero si al menos nos hubiera gustado compartir con ella una sonrisa y unas palabras de animo y agradecimiento por su fuerza y coraje, siempre tan inconmensurables y desmedidos, con unas inmensas ganas de vivir su vida, sin una queja.
Lamentablemente se produjo el fatal desenlace, ese que nadie quería ver, y que nuestra amiga siempre endulzo, procurando mantener a su lado a sus amigos y seres queridos, como una especie de pegamento, que demostrara la vanalidad de esta vida y la importancia de las cosas pequeñas que se producen en el día a día.
Duele la distancia, la lejanía, las noticias que han de llegar a través de otros, impidiendo tomar parte de ellas. Este, tal vez, sea uno de los mayores inconvenientes de este viaje, a pesar de que siempre procuremos tener cerca a nuestros seres queridos. Aunque se produzcan momentos tan descorazonadores como la despedida de nuestra siempre querida amiga. Por siempre presente con su contagiosa risa, humor y valentía.
LOS AMIGOS - Julio Cortázar
En el tabaco, en el café, en el vino,
al borde de la noche se levantan
como esas voces que a lo lejos cantan
sin que se sepa qué, por el camino.
Livianamente hermanos del destino,
dióscuros, sombras pálidas, me espantan
las moscas de los hábitos, me aguantan
que siga a flote entre tanto remolino.
Los muertos hablan más pero al oído,
y los vivos son mano tibia y techo,
suma de lo ganado y lo perdido.
Así un día en la barca de la sombra,
de tanta ausencia abrigará mi pecho
esta antigua ternura que los nombra.
LOS AMIGOS - Julio Cortázar
En el tabaco, en el café, en el vino,
al borde de la noche se levantan
como esas voces que a lo lejos cantan
sin que se sepa qué, por el camino.
Livianamente hermanos del destino,
dióscuros, sombras pálidas, me espantan
las moscas de los hábitos, me aguantan
que siga a flote entre tanto remolino.
Los muertos hablan más pero al oído,
y los vivos son mano tibia y techo,
suma de lo ganado y lo perdido.
Así un día en la barca de la sombra,
de tanta ausencia abrigará mi pecho
esta antigua ternura que los nombra.
POTOSI: la ciudad a la sombra de un cerro
Los primeros días tras la noticia recibida, vivimos en estado de shock. A pesar de ello o por ello, no nos resulto una ciudad muy agradable. Con cierto aire provinciano, y en plena decadencia de su antiguo esplendor como ciudad de la plata.
Paseando por los recuerdos de la antigua villa, donde los españoles destruyeron y esquilmaron las riquezas de un cerro, hipotecando el futuro de una comunidad, en beneficio de unos reyes preocupados por las guerras de religión. Justificando con ello matanzas, esclavitud y robos, por la avaricia de un metal que trajo la desgracia a toda América del Sur
¨¨ En Potosí la plata levantó templos y palacios, monasterios y garitos, ofreció motivo a la tragedia y a la fiesta, derramó la sangre y el vino, encendió la codicia y desató el despilfarro y la aventura. La espada y la cruz marchaban juntas en la conquista y en el colonial. Para arrancar la plata de América, se dieron cita en Potosí los capitanes y los ascetas, los caballeros de lidia y los apóstoles, los soldados y los frailes¨
Aunque sí subimos al cerro, para tener una vista panorámica de la ciudad. Durante la subida pudimos apreciar las 2 montañas horadadas por doquier, cual gigantes heridos y también a modo de estercolero donde abandonar sus inmundicias. En la bajada nos encontramos a unos chicos que decían trabajar en una cooperativa dentro de la mina, asegurándonos la dureza del trabajo y la necesidad de ayudar a sus familias.
La noche coincidió con un eclipse lunar y paseando encontramos un pequeño ensayo de las próximas fiestas de los chotillos, que normalmente se celebran en el mes de agosto, pero debido a un paro que hicieron en toda la ciudad en contra de las políticas del gobierno, fue trasladada a finales del mes de septiembre. Percibimos en el lugar cierto enfado con el gobierno de Evo, por el grado de abandono de la ciudad, no sintiéndose escuchados, ni apoyados, sin infraestructuras que permitan vivir de otra cosa a parte de la minería.
Al día siguiente acudimos a la laguna del ojo del inca, mediante una movilidad que nos dejo cerca del camino, realizando un pequeño paseo hasta llegar a la laguna. Una vez allí pudimos disfrutar de un baño en las aguas volcánicas, con unas temperaturas superiores a 30*, rodeados de las montañas y prácticamente solos.
Nuestra guía relataba la distintas historias a modo de fábula y más o menos coincidían con el relato de Eduardo Galeano:
"La historia de Potosí no había nacido con los españoles. Tiempos antes de la conquista, el inca Huayna Cápac había oído hablar a sus vasallos del Sumaj Orko, el cerro hermoso, y por fin pudo verlo cuando se hizo llevar, enfermo, a las termas de Tarapaya. Desde las chozas pajizas del pueblo de Cantiumarca, los ojos del inca contemplaron por primera vez aquel cono perfecto que se alzaba, orgulloso, por entre las altas cumbres de las serranías. Quedó estupefacto. Las infinitas tonalidades rojizas, la forma esbelta y el tamaño gigantesco del cerro siguieron siendo motivo de admiración y asombro en los tiempos siguientes. Pero el inca había sospechado que en sus entrañas debía albergar piedras preciosas y ricos metales, y había querido sumar nuevos adornos al Templo del Sol en el Cuzco. El oro y la plata que los incas arrancaban de las minas de Colque Porco y Andacaba no salían de los límites del reino: no servían para comerciar sino para adorar a los dioses. No bien los mineros indígenas clavaron sus pedernales en los filones de plata del cerro hermoso, una voz cavernosa los derribó. Era una voz fuerte como el trueno, que salía de las profundidades de aquellas breñas y decía, en quechua: « no es para ustedes; Dios reserva estas riquezas para los que vienen de más allá». Los indios huyeron despavoridos y el inca abandonó el cerro. Antes, le cambió el nombre. El cerro pasó a llamarse Potjosí, que significa: «Truena, revienta, hace explosión».
«Los que vienen de más allá» no demoraron mucho en aparecer. Los capitanes de la conquista se abrían paso. Huayna Cápac ya había muerto cuando llegaron.. en 1545 el indio Hualpa corría tras las huellas de una llama fugitiva y se vio obligado a pasar la noche en el cerro. Para no morirse de frío hizo fuego. La fogata alumbró una hebra blanca y brillante. Era plata pura. Se desencadenó la avalancha española.
Fluyó la riqueza española. El emperador Carlos V dio prontas señales de gratitud otorgando a Potosí el título de Villa Imperial y un escudo con esta inscripción: « Soy el rico Potosí, del mundo soy el tesoro, soy el rey de los montes y envidia soy de los reyes». Apenas once años después del hallazgo de Huallpa, ya la recién nacida Villa Imperial celebraba la coronación de Felipe II con festejos que duraron veinticuatro días u costaron ocho millones de pesos fuertes. Llovían los buscadores de tesoros sobre el inhóspito paraje. El cerro, a casi 5000 metros de altura, era el más poderoso de los imanes, pero a sus pies la vida resultaba dura, inclemente: se pagaba el frío como si fuera un impuesto y en un abrir y cerrar de ojos una sociedad rica y desordenada brotó, en Potosí, junto con la plata. Auge y turbulencia del metal: Potosí pasó a ser «el nervio principal del reino» según lo definirá el virrey Hurtado de Mendoza. A comienzos del siglo XVII, ya la ciudad contaba con treinta y seis iglesias espléndidamente ornamentadas, otras tantas casas de juego y catorce escuelas de baile. Los salones, los teatros y los tablados para las fiestas lucían riquísimos tapices, cortinajes, blasones y obras de orfebrería; de los balcones de las casas colgaban damascos coloridos y lamas de oro y plata."
El museo cuenta también con una pinacoteca, donde destacan las obras del pintor indígena Melchor Perez de Holguin, que mezcla obras de marcado carácter religioso y con cierta influencia de Zurbaran y Rubens, con motivos indios y selváticos. Sin embargo dado la limitación de horario de la visita, no les daban la mayor atención, salvó la explicación del cuadro de la leyenda del Cerro Rico, representado por una virgen maria.
"Aquella sociedad potosina, enferma de ostentación y despilfarro, solo dejó a Bolivia la vaga memoria de sus esplendores, las ruinas de sus iglesias y palacios, y ocho millones de cadáveres de indios. Cualquiera de los diamantes incrustados en el en escudo de un caballero rico valía más, al fin y al cabo que lo que un indio podía ganar en toda su vida de mitayo, pero el caballero se fugó con los diamantes, Bolivia, hoy uno de los países más pobres del mundo, podría jactarse –si ello no le resultara patéticamente inútil- de haber nutrido la riqueza de los países más ricos. En nuestros días, Potosí es una pobre ciudad de la pobre Bolivia: « la ciudad que más ha dado al mundo y la que menos tiene»"
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