LA PAZ: la belleza del caos
Las primeras imágenes que atisbamos desde el autobús, fueron una sensación de agobio y falta de aire; con todo lleno de casas, chabolas, tráfico, humos y gente acumulados por doquier en las laderas de la montaña. Veníamos de la tranquilidad de la Isla del Sol, sin ruido alguno, sin luz, en un pueblecito de no más de 200 habitantes y el choque fue considerable, invadiendonos la sensación de habernos precipitado demasiado en nuestro afán por encontrarnos con una cara amiga.
Sin embargo la ciudad nos fue ganando día a día, con sus bulliciosas calles llenas de mercados. Una gran ciudad de venta ambulante, donde, dependiendo de la hora y sitio consigues encontrar una serie de productos a unos precios u otros. Abrigos, polares, frutas, verduras, puestos de zumos, batidos y desayunos, salteñas y empanadas de queso, diferentes tipos de panes,... vamos una auténtica locura para los sentidos.
La ciudad está encajada en un valle rodeado de montañas con picos nevados perpetuos, que se pueden observar y disfrutar desde los diferentes miradores de la ciudad, son como unos 11 o 12, el más impresionante por su perspectiva de visión de la ciudad es el Kiri Kiri, casi 360*, al que llegamos caminando casi sin darnos cuenta y en el que permanecimos deleitandonos con la belleza del atardecer y la pintoresca imagen de las montañas llenas de pequeñas luces cual árbol de Navidad. Con El Illimani y el Huayna Potosi, ambas superando los 6000 msnm, el primero presente en el escudo de La Paz, mientras que el segundo, parece que fue fuente de inspiración del logo de la Paramount
La Paz es para tomársela con calma, es necesario caminar despacio ya que las cuestas son prominentes y debido a la altura, 3500msnm, la sensación de cansancio y malestar de cabeza son el pan nuestro de cada día.
A destacar la buena atención e información que recibimos por parte de la persona responsable del punto de información y turismo, quien no escatimo ni en tiempo ni esfuerzo por explicarnos claramente los puntos de interés de la ciudad, horarios, precios, movilidades necesarias para llegar. Gracias a ella conseguimos encontrar todo lo necesario para visitar y disfrutar de La Paz.
Debido a la construcción masiva de casas hasta la altura más insospechada, la ciudad cuenta con tres líneas de teleférico que comunican y hacen más agradable y llevadero el movimiento entre personas de la parte superior de las laderas y el centro de la ciudad, evitando así los atascos continuos, las largas horas y cambios de movilidad hasta llegar a sus casas o puestos de trabajo.
Hay algo que nos choca y llama la atención, prácticamente todas las casas están sin terminar, son de ladrillo rojo y faltan los remates de las fachadas. En nuestro afán por saber y conocer preguntamos por ello, recibiendo como respuesta que si las casas no son terminadas, lxs ciudadanxs evitan pagar un impuesto de vivienda, por lo que sólo se ven finalizados los grandes edificios destinados a oficinas, casas de gente con un nivel económico más elevado y los dedicados a la restauración y turismo.
Por otro lado, algo que se viene repitiendo dede la zona de Cuzco, y es el mantenimiento de los vestidos y costumbres tradicionales de la población mayoritariamente indígena, incluso aquí, en la capital de Bolivia, donde por la gran concentración de personas, debería ser una ciudad más moderna o cosmopolita, y sin embargo se mantiene fiel a sus tradiciones, propias de la zona del altiplano. Este es el caso más llamativo de las llamadas cholitas, con sus bombines y polleras y que sin embargo nos cuenta Eduardo Galeano, en su libro "Las venas abiertas de América Latina": Los turistas adoran fotografiar a los indígenas del altiplano vestidos con sus ropas típicas. Pero ignoran que la actual vestimenta indígena fue impuesta por Carlos III a fines del siglo XVIII. Los trajes femeninos que los españoles obligaron a usar a las indígenas eran calcados de los vestidos regionales de las labradoras extremeñas, andaluzas y vascas, y otro tanto ocurre con el peinado de las indias, raya al medio, impuesto por el virrey Toledo."
Otras de las principales atracciones a las que nos llevaron nuestros pasos, fueron la plaza e iglesia de San Francisco, con su imponente fachada esculpida por artesanos indígenas, que dejaron su impronta mezclada con el arte sacro, a la manera de la catedral y patio de escuelas en salamanca. En las proximidades se encuentra el mercado Lanza donde disfrutamos de varios almuerzos típicos paceños, alternando con la visita al centro de mujeres creando. Un centro auto gestionado feminista, que lucha por los derechos, la igualdad y la justicia de las mujeres, en uno de los países donde más violencia de género se produce, a pesar de cierta labor de concienciación gubernamental.
Nuestros pasos nos llevaron hacia la Plaza Murillo, pero antes nos encontramos con una manifestación de apoyo al presidente Evo Morales, en las proximidades del obelisco. Con diferentes colectivos y comunidades indígenas, ataviadas con trajes típicos y coloridos de las distintas zonas del país, al ritmo de la música y los gritos reivindicativos. Esta marcha nos dio cuenta de la celebración de un referéndum, días después, acerca de la autonomía de La Paz, lo que se traducía en la práctica paralización de toda actividad, ley seca durante el fin de semana, lo que nos obligo a replantearnos nuestra estancia en la ciudad, dividiéndola en dos, mediante un pequeño viaje a la localidad de Coroico.
En la plaza Murillo nos encanto sentarnos en las escaleras, compartiendo el espacio con los lugareños, vendedores de gelatina, fotógrafos que retrataban a familias y enamorados, junto con una plaga de palomas a las que les encantaba dar de comer. Allí pudimos apreciar el palacio de la gobernación, donde acudían los periodistas para transmitir las últimas noticias del gobierno, o las distintas concentraciones de protesta.
Sin embargo el mercado de las brujas no nos atrajo mucho, al haber presenciado mercados similares, en Perú y Bolivia, con remedios esotéricos y brebajes a base de hierbas u otros ingredientes. Todos ellos con los cadaveres disecados de pequeñas llamas, que supuestamente dan suerte para las distintas construcciones.
En las proximidades se encuentra la famosa calle Jaen, una calle con cierto aire hispano, con las distintas fachadas de colores y con una historia de brujería a sus espaldas. Cuenta la leyenda que por dicha calle, en la oscuridad de la noche, se daba la aparición de brujas y espectros que engatusaban y se llevaban a los hombres ebrios a vivir experiencias fantasmagóricas, por lo que lxs vecinxs, cual cristiano creyente practicante, decidieron poner una cruz verde al comienzo de la misma para ahuyentar a dichos seres maléficos de sus hombres. Actualmente la calle cuenta con tres museos, diferentes agencias de viajes, cafés de lo más cool y alguna tiendita de artesanía y arte indígena.
El último día lo dedicamos a visitar el Valle de la Luna, nombre que le dio el astronauta Amstrong, por su parecido similar con la luna, y es que estar allí, rodeada de formaciones rocosas calcáreas y arcillosas daba un aire de extraterreste, en un decorado al estilo de encuentros en la tercera fase, o bien por momentos en el lejano oeste
No hay comentarios:
Publicar un comentario