viernes, 2 de octubre de 2015

COROICO: los Yungas

COROICO: los Yungas

Debido al Referéndum convocado para votar la autonomía de La Paz y en todo el país, tuvimos que variar un poco nuestros planes iniciales, ya que el día de la votación se paralizaba toda la ciudad y el país, no existiendo ningún tipo de transporte o movilidad.

Así pues tomamos un microbus hacia la zona de los Yungas, para visitar el pintoresco y turístico pueblo de Coroico, y donde el clima y la temperatura era mucho más agradable que en la capital, ya que la zona esta en una altitud menor y estando más próximos al amazonas y el área selvática.

La carretera de La Paz a Coroico es conocida como la carretera de la muerte, debido al peligro que supone. Hasta allí llegan muchas personas para realizar el descenso en bicicleta, según cuentan, han sido muchxs lxs que han perdido la vida, aunque sigue siendo el mayor atractivo turístico del lugar. Actualmente los microbús van por otra carretera asfaltada y sin peligro alguno, aunque las curvas son horribles. Nosotrxs somos más de la carretera de la vida...

El pueblo cuenta con una plaza central alrededor de la cual gira la vida del mismo. Dicha plaza está llena de argentin@s que, con sus artesanías y espectaculos rompen con la tranquilidad y rutina de Coroico. Próximo está el mercado central, nuestra primera parada cada mañana para tomar un rico desayuno a muy buen precio.

Como llegamos sobre las 13.30h y nos costó más de lo que pensábamos encontrar alojamiento, se nos echó la hora de la comida encima, así que dejamos nuestras cosas y nos fuimos a comer al mercado para, al terminar, encaminarnos calle arriba al calvario, y mira que ... todos los calvarios son un auténtico calvario.... De la ermita sale un caminito, a veces un tanto estrecho y traicionero, que nos llevaría a las supuestas cataratas, digo supuestas porque tras caminar el tiempo estipulado, llegamos a una especie de catarata que estaba cercada. Tratamos de investigar por donde seguía el camino, ya que nos habían comentado que había tres cataratas siendo la última las más bonita y espectacular, pero no dimos con él, bajamos, subimos, resbalamos, pero por allí no había por donde seguir, así que por miedo a que se nos hiciera de noche, decidimos retornar. Por el camino nos encontramos con una alemana con la que fuimos charlando, parecía un tanto enfadada con el mundo, llevaba en La Paz 6 meses y no sabía muy bien por qué, nosotrxs creemos que por un amor, jajajaja. El paseo no estuvo nada mal, aunque posteriormente nos enteramos que eso que nosotrxs pensamos que era una de las cataratas, era simplemente para el abastecimiento de Coroico, aunque nos sirvió de consuelo también saber que en esa época las cataratas estaban secas y carecían de cualquier atractivo.

Afortunadamente encontramos un par de baretos con comida vegetariana, un alivio después de nuestra repetitiva y aburrida alimentación en La Paz a base de pasta, pizzas y empanadas de queso.

Preparamos las compras para al día siguiente subir al cerro de Uchumachi. Otra vez calle arriba por el calvario, hasta llegar a la ermita y de allí un caminito hacia el cerro, supuestamente 2 horas de subida y 2 de bajada. La subida se hace intensa por momento, el sol aprieta aunque el cielo no está despejado, no dejándonos disfrutar de las vistas, las nubes agarradas a las montañas y una especie de neblina. Por el camino nos encontramos con un francés que baja nervioso y presuroso, dice no gustarle las nubes que hay y la gran posibilidad de tormentón de esos que te dejan en el sitio, así que ha decidido volverse. Continuamos nuestro camino y es que por momentos parecía como si estuviéramos en la selva, apareciendo, de repente, una vegetación espesa donde los árboles parecían abrazarse tanto y tan fuerte que era imposible ver el cielo. Así pasamos por tres tramos selváticos. Cuando ya parecía que llegábamos a la cima del cerro, otro nuevo tramo aparecía, y es que parecía como si la montaña quisiera engañarnos una y otra vez, pero quien la sigue la persigue, y a nosotrxs que nos gusta más de caminar y de sufrí, llegamos perfectamente perfectxs.

 Arriba, en la cima, nos encontramos una pareja, una chilena y un boliviano, que estaban tomando un merecido descanso después del ascenso, nos invitaron a compartir un ratillo con ellxs y acabamos charlando de la situación de Bolivia, del presidente Evo, el terremoto de Chile y la vida en general.
El descenso lo hicimos rápido, ya que comenzó a pintinear y no nos queríamos arriesgar a terminar empapadxs. Finalmente quedó en un susto y pudimos comer tranquilamente en mitad del monte.

Al día siguiente regreso a La Paz para continuar nuestro camino.

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